miércoles, 24 de julio de 2013

Los Hadza, cazadores contemporáneos



Es difícil de creer que aún existan en el mundo hombres y mujeres que consigan sus alimentos a través de la caza y recolección. En este mundo globalizado - donde la mayoría de personas viven en ciudades y se abastecen de los alimentos que compran en los mercados y supermercados-  existen zonas (desiertos, selvas tropicales y regiones circumpolares) donde habitan cazadores y recolectores. No, no son seres humanos que se han quedado estancados en el tiempo, viven en el hoy, con presiones políticas y económicas sobre su territorio, muchos viven al lado de pueblos agricultores o pastores y muchos se han ido, dejando todo para empezar una vida en la ciudad, pero otros han vuelto.

La caza y recolección es la forma más antigua de subsistencia que tuvo el ser humano; se trata de un conocimiento basado en la observación, el olfato, el oído, casi todos los sentidos puestos en el entorno a la hora de conseguir alimento. Son expertos en su medio ambiente, poseen un conocimiento que pasa de generación en generación a través de la oralidad y la práctica. Los antropólogos culturales dividen en dos grupos principales a los cazadores-recolectores: los que habitan en climas templados y los que viven en las regiones frías.



La Revista National Geographic hizo en el 2009 un reportaje sobre uno de estos grupos: los Hadza, una etnia que vive en el norte de Tanzania. Es muy interesante lo que nos cuenta este reportaje sobre ellos y a la vez, nos hace pensar sobre cómo nosotros, hombres y mujeres de ciudad conseguimos el alimento diario y cómo está hecha nuestra propia cultura. Los Hadza a diferencia de nosotros, no cuentan los días, no poseen un calendario ni tampoco saben cuántos años tienen. Tampoco saben qué hay más allá de su selva y por eso la conocen muy bien, conviviendo “sin problema” con leones, hienas y demás animales de la fauna africana.

Muchos pensarán que la gente que lleva este tipo de vida es belicosa, salvaje o que no tiene control sobre sus actos y pasiones, pero los Hadza son todo lo contrario: son pacíficos, comparten el sustento diario con quien lo necesite y las mujeres no se encuentran sometidas a la subordinación. Cuando les preguntan a los niños Hadza qué piensan de la escuela, ellos no se muestran animados en ir, porque creen que llevar una vida en la ciudad les impediría aprender lo que se necesita para sobrevivir. Para estos niños, las mujeres y los hombres que se mudan a la ciudad, generalmente consiguen un trabajo de poca importancia, viviendo en el desamparo y la marginación; los niños Hadza prefieren la selva.


La dieta de los Hadza consiste en lo que se pueda conseguir en un día de caza y recolección. Los hombres cazan y las mujeres recolectan. Esta división de género es muy común entre los pueblos con este modo de producción, pero no sólo hay tareas por género sino también por “edad”. Cada quien cumple su rol y al parecer, lo aceptan sin cuestionamientos. Las mujeres Hadza aportan las frutas y los tubérculos y extraen la pulpa del fruto del baobab; este fruto es rico en vitamina C, vitamina B1, B2 y B3, en calcio, fósforo y potasio. Los hombres Hadza recolectan miel y se encargan de la cacería, esta actividad es por lo general solitaria y frecuente, es más bien la cacería en grupo la que ocurre sólo unas pocas veces al año, en donde los hombres se juntan para cazar papiones a los cuales consideran un manjar; el papión, conocido también como babuino, es un primate que habita principalmente en el continente africano. Entre otros animales que cazan están los ñus, jabalíes, búfalos, cebras, etc. La excepción en la dieta Hadza son las serpientes, pero el autor no nos cuenta a qué se debe esta prohibición. Todas las sociedades del mundo tienen algún tabú respecto a qué cosas no comer, investigando profundamente el origen de algún alimento tabú podemos llegar a comprender por qué es que se prohíben. La religión hindú por ejemplo, prohíbe comer carne de vaca, pero ese caso lo vamos a tocar con más detalle en otro post y así vamos a poder comprender mejor el tema del tabú alimentario.


Mujeres Hadza extrayendo la pulpa del fruto del baobab.
Volviendo a los Hadza, el autor nos cuenta que cuando un cazador retorna con una presa, debe compartirla con todos los miembros de su comunidad, ya que para ellos, una buena cacería depende mucho de la suerte y creen que hasta los mejores cazadores pueden permanecer largo tiempo sin conseguir presa alguna, por eso la humildad debe estar presente entre todos los cazadores.

La carne obtenida se coloca directamente al fuego, sin recipientes de por medio. Las mujeres se encargan de cocinar principalmente, pero los hombres también ayudan a despellejar el papión recién cazado. Cuando llega la hora de comer, todos se amontan, agarran y cortan la suculenta carne, que comen con placer hasta romper los huesos, chupando el interior. Luego, la grasa que quedó en las manos se la frotan en la piel para humectarla. La cabeza del papión es reservada para el anciano de la comunidad, el cual come los ojos, las mejillas y los sesos cocidos, estos últimos se comparten con los demás hombres del grupo.

Papíón
Muchas personas creen que grupos como los Hadza están desnutridos, pero en realidad es todo lo contrario: cuentan con proteínas animales y vegetales, carbohidratos y grasas, todos los macronutrientes necesarios para estar sanos. Todas las formas de producción del mundo, ya sea la agricultura intensiva o extensiva, la caza, la recolección y el pastoreo tienen ventajas y desventajas, todas estas formas de producción están sujetas a sequías, plagas, aumentos de temperatura, disminución de la precipitación, etc.  Los eventos climáticos actuales están cambiando el destino de muchas personas, muchos agricultores en todo el mundo están perdiendo sus cultivos, y qué está pasando y qué pasará con los Hadza no lo sabemos. Pero es importante tener presente que un grupo de seres humanos, que vive casi exclusivamente de lo que su entorno natural ofrece, está ahí afuera, en la selva de África y que son los poseedores de un conocimiento que es importante preservar y estudiar. Es necesario no olvidarnos de hacer fuego, o de orientarnos con los astros, ¿por qué no se enseña esto en las escuelas como materias obligatorias? No se trata de volver al pasado, sino de no olvidarnos ciertos conocimientos útiles que nos ayudaron en el camino.

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