viernes, 9 de agosto de 2013

Dioses y Alimentos en el antiguo Perú



Para las antiguas poblaciones del Perú los alimentos tuvieron un origen celeste y a partir de ello se construyeron los mitos alimentarios. El antropólogo peruano Román Robles nos dice: “ El mito viene a ser una literatura de las sociedades y culturas ágrafas (sin escritura), un arte de narrar acontecimientos preconcebidos, con el propósito de que toda la comunidad internalice y haga suyo el relato como una verdad heredada de los antepasados, que contribuye a dar coherencia a la forma de vida que practican”. [1]

Debemos comprender que las diversas culturas del antiguo Perú tenían entre sí diferentes modos de vida. Si bien había contacto entre ellas, cada una constituyó un universo diferente, tenían por ejemplo, distintos modos de producción, en la costa se había creado un sistema alimentario distinto del andino y no solo eso, incluso entre las mismas poblaciones costeras habían muchas diferencias. Todo aquello llevó a los actores sociales a construir roles diferentes, pero también creencias diferentes, y es por ello que observamos diversas versiones de mitos. Los mitos serranos difieren muchas veces de los costeños y éstos de los amazónicos. Pero hay algo en común entre todos y es, como mencionamos más arriba, el origen celeste de sus alimentos. Posteriormente, se han ido añadiendo elementos nuevos a la estructura de los mitos andinos, ya no solo los alimentos nativos eran los protagonistas, en la época colonial y republicana los alimentos provenientes de Europa como las habas y el trigo ocupaban también una plaza especial[2].

Es a través de los cronistas que más o menos podemos llegar a conocer la mentalidad indígena y la relación que guardaban con la alimentación. Fue el padre catequizador Teruel quien recoge el mito de Vichama, éste es reproducido en la crónica del padre Antonio de la Calancha. Muy similar a los mitos griegos, los mitos andinos hablan de disputas, celos, engaños, pero también de alegrías y dichas entre los dioses y los seres humanos. Siendo el mito de Vichama uno de los más importantes en el ámbito andino, ya que refiere al origen de la agricultura en la costa, creemos que vale la pena contarlo brevemente y es más o menos como sigue: 

Pachacamac decidió un día crear a un hombre y a una mujer, una vez concluida  su obra, no se ocupó más. Aquellos pasaron hambre, el hombre murió, y la mujer sobrevivía con lo que podía. Desfalleciendo ésta y alimentándose con las pocas raíces que encontraba, reclama al Sol su hambruna y desventura. Apiadándose el dios y consolándola con palabras amorosas, le dijo que no se preocupara y que continuase sacando raíces. Ocupada la mujer en su quehacer, le infundió sus rayos el Sol y concibió un hijo, que al cuarto día parió con gozo y vio segura su ventura y amontonadas sus comidas. Pero el dios Pachacamac enfurecido y celoso, viendo la adoración al Sol, cogió al recién nacido semidiós Vichama y lo mató despedazando en menudas partes a su hermano[3]. Pachacamac, para que nadie nunca más se quejase de que no había alimentos y se volviese pedir ayuda al Sol, sembró los dientes del difunto de los cuales nació el maíz, sus granos son similares a dientes. De las costillas y lo huesos nacieron las yucas, raíz que por su largo y color asemejan huesos, y de éstos nacieron también las demás raíces. De su carne procedieron los pepinos y pacaes. Desde entonces no se conoció hambre ni lloraron necesidad, debiendo al Dios Pachacamac el sustento y la abundancia.  


Vichama.

El mito continúa ya con una serie de venganzas entre estos dioses, pero hemos querido enfatizar  la parte del origen alimenticio. Para leer el mito completo puedes hacer clic aquí:

http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Mitos_de_Pachac%C3%A1mac

En los andes, los mitos alimentarios hacen casi siempre una vinculación con el cuerpo humano, "...de los ojos, las papas y ollucos; de los dedos, las ocas y mashuas.”[4]. Para los pueblos andinos, el entorno y el ser humano no estaban separados. La  naturaleza les hablaba a través de formas y colores, ella dejaba trazas y signos para guiar los actos de los hombres. Esto se conoce como la Teoría de la Signaturas o llamada también la Teoría de las Señales y no es propia del ámbito andino, es más bien algo que se da manera mundial constituyendo parte de la antigua medicina e incluso de la actual medicina popular de muchos países. Esta teoría sostiene que las plantas, animales y minerales llevan sobre sí los signos que permiten conocer sus virtudes terapéuticas o propiedades mágicas. Tales cualidades estarían inscritas en el propio aspecto y del cual se inspirarían los hombres para organizar no sólo los conocimientos médicos o alimentarios, sino muchas veces a la sociedad en conjunto.

Como vimos entonces en el mito de Vichama, se apoyaron en las similitudes que encontraron entre naturaleza y la fisonomía humana para construir un rico sistema simbólico, con el cual se mantuvieron y se mantienen fuertes expresiones culturales de raigambre ancestral. Con el tiempo estas expresiones se tornaron más complejas. De esta manera, se observan en los antiguos huacos peruanos manifestaciones que ya son propias de cada cultura, por ejemplo, en la cultura Moche los alimentos se ven vivos, caminan, danzan, batallan. El maní toca la flauta y los pallares son guerreros.

Pallar guerrero. Cultura Moche.
Pallares guerreros. Cultura Moche.

Como dijimos, las manifestaciones simbólico- culturales de los alimentos fueron cambiando a través del tiempo. Hans Horkheimer[5] nos dice que en la época formativa de la agricultura, en la cual las actividades de caza, pesca y recolección tenían todavía un rol importante en la producción de alimentos, las imágenes de culto representaban animales totémicos como halcones, felinos y cóndores, animales que no podían ser considerados como protectores de la agricultura. Por el contrario, cuando el hombre hubo avanzado más en el conocimiento agrario y a solucionar por sus propios méritos el tema de la subsistencia, las imágenes de dioses se tornaron más humanas. En el contexto andino, los dioses ya no eran entonces representaciones aisladas de la flora o la fauna local, sino que adquirieron más universalidad y empezaron a humanizarse. “Ha sido creado según el modelo del hombre orgulloso, que ha aprendido ya a desafiar a los inamistosos elementos animales, meteorológicos y geográficos”.[6]

Según el libro de arqueólogo Elmo León Canales[7], hace más de siete mil años el territorio peruano sufrió un drástico cambio. Las poblaciones acostumbradas a la caza y a la recolección observaron cómo los pastos iban secándose y los animales migrando a otras partes en busca de alimento. El hombre andino se vio impulsado a cambiar su forma de producción dando lugar a los comienzos de una incipiente agricultura que posteriormente llegó a su máximo esplendor con los Incas y a la asombrosa capacidad de manipular y comprender las semillas. Se conoció casi a la perfección el funcionamiento de la tierra agrícola y también el de las técnicas de preservación de alimentos como el secado, fermentado, etc. Aun así, con todo este conocimiento técnico y, hasta podríamos decir "científico" de la agricultura y del medio ambiente, la mentalidad y el sentimiento mágico-religioso persistió. Esta religiosidad, considerada por Federico Kauffmann y Rafael Karsten, como una de las más fervorosas del mundo, podría deberse, según estos autores, a los constantes esfuerzos que tuvo que hacer el hombre peruano para procurarse el alimento y adaptarse a su medio. Las lluvias se retrasaban, friajes y granizadas malograban los cultivos, otras veces la tierra daba magníficos frutos. Quien sea quien provocaba estas variantes condiciones ecológicas merecía por parte de los andinos un profundo respeto. Pues muchas veces no bastaba el gran trabajo físico llevado a cabo, había algo más detrás de todas esas imponentes fuerzas meteorológicas, “…un ente superior, un ser divino que debía ser honrado y al que había que tributar rituales y ofrendas”.[8] 

Antiguo poblador de la costa.
Hombres cultivando.

Parece justo pensar que cuando el hombre mantiene una relación con un medio geográfico duro, complicado, trabajoso, a cada manifestación ambiental se le otorgue un poder, una personalidad. Eso le pasó a nuestras antiguas culturas peruanas. Agricultura, mitos, biodiversidad, tecnología, arte, nacieron en gran parte de la necesidad de los alimentos y de los dioses que los proveían.




[1] Román Robles Mendoza. El mensaje de los mitos: Héroes fundadores y origen de los alimentos en la memoria de los pueblos andinos. Revista de Antropología. Pág. 92.
[2] Ibíd. Pág. 115.
[3] Pachacamac es hijo primogénito del Sol y hermano de Vichama.
[4] Toribio Mejía Xesspe (1952).
[5] Alimentación y obtención de alimentos en el Perú prehispánico. Instituto Nacional de Cultura del Perú. 2004.
[6] Ibíd. Pág. 61.
[7] Orígenes humanos en los Andes del Perú (Lima 2007).
[8] Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Perú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.