miércoles, 23 de octubre de 2013

El secreto de los longevos de las Zonas Azules

Ushi Okushima, 108 años. Foto: Blue Zones
¿A quién no le gustaría llegar a los 90 o 100 años con fuerzas, con salud y sin depender de alguien para hacer sus propias cosas? Ser longevo hoy, es mucho más factible que hasta hace sólo unas décadas. Tenemos el conocimiento, tenemos la experiencia y tenemos ganas de disfrutar de la vida por muchos años y de manera plena.

En el mundo existen lugares donde viven las personas más longevas de la Tierra y un periodista, Dan Buettner, ha investigado sobre ellos. Se trata de zonas geográficas donde se concentran grupos de personas que alcanzan los 100 años de manera sana. Dan Buettner acuñó el término Zonas Azules para referirse a estos lugares que son 5:

  • Cerdeña, Italia.
  • Okinawa, Japón.
  • Loma Linda, California - Estados Unidos.
  • La península de Nicoya, Costa Rica.
  • Ikaria, Grecia.


¿Y qué pasó con el mundo andino? Se sabe a través de los cronistas que antiguamente existieron longevos en los andes. El cronista Bernabé Cobo, en su Historia del Nuevo Mundo - refiriéndose al altiplano- escribe: "... es la parte más sana del Perú y donde viven muchos hombres, en ninguna parte de este reino he visto menos enfermos ni mayor número de indios viejos de más de cien años, que se acordaban del tiempo de los reyes incas y de la entrada de los españoles". Además nos dice: "todos tienen buena dentadura y tan recia que les dura toda la vida...raras veces padecen de dolor de muelas ni corrimiento en ellas, y es raro el indio viejo a quien falta la dentadura".

¿Esta clase de testimonios son prueba suficiente para asegurar que en los Andes existieron longevos? Sería precipitado afirmarlo; un estudio minucioso sobre la longevidad en el antiguo Perú es necesario para comprender los factores que intervienen en el desarrollo de la longevidad en los andes. Hay que tener en cuenta que la introducción de enfermedades, de alimentos nuevos, más el stress emocional de la invasión, la imposición de un nuevo orden social y el cruce de razas influyó en la biología de las poblaciones andinas. Recordemos también que la noción de longevidad que tenemos ahora es diferente a la de hace 500 años. A un español del siglo XVI y XVII la perspectiva de lo que es un anciano debió ser diferente a la que ahora nosotros tenemos. Por ejemplo, hasta hace poco se creía que una mujer de 50 años era ya una anciana, eso es totalmente diferente hoy en día. La antropología física es clave para poder dar respuestas a estas interrogantes. 

¿Recuerdan que hace poco, en agosto de este año salió la noticia sobre un señor boliviano, Carmelo Flores, del que decían que tiene 123 años de edad? Blue Zones, en su página del Facebook se pronunció al respecto, diciendo que probablemente era un fraude, además de que el señor boliviano se rehusó a mostrar su certificado de bautismo y que casi podían asegurar que esa edad (123) es una exageración. También mencionan la investigación que hicieron en el valle de Vilcabamba, un valle de Ecuador, el cual es conocido porque viven en él gente centenaria. La investigación realizada en Vilcabamba mostró una exageración en cuanto a las edades. Pueden corroborar esta información visitando la página del Facebook de Blue Zones aquí. Al mes siguiente, en septiembre, el presidente de Bolivia Evo Morales, visitó a Carmelo Flores y se le reconocieron los documentos oficiales que prueban la autenticidad de su fecha de nacimiento, aquí el link.

Hace poco estuve de viaje en Huánuco, una provincia de los andes del Perú y conocí a un señor de más de 80 años de edad, se le veía muy bien, fuerte, la espalda derecha y el abdomen en su sitio, como pueden ver en la foto de abajo. Este señor camina todos los días desde la puna hacia la parte más baja y le preguntamos sobre su dieta. Nos contó que comía papás y maíz, lo que da la chacra y el huerto. Prometemos volver para saber más sobre los hábitos alimenticios y de vida de este señor huanuqueño, para poder encontrar similitudes con otros longevos de los andes y de las Blue Zones.

La profesora Milka, el amigo Diego de México
y el señor huanuqueño de 80 años

La antropología no sólo estudia lo diferente entre las culturas, sino también lo semejante y el estudio de Blue Zones se trata justamente de esto, de encontrar las similitudes entre diferentes grupos de personas para poder encontrar qué conductas similares se producen para nosotros poder replicarlas. Recordemos que en las Blue Zones se concentran personas centenarias, longevos podemos encontrar en todo el mundo, pero lo que tienen de especial Las Zonas azules es que en ellas habitan grupos y no casos aislados de una o dos personas.

A pesar de que estas 5 zonas están muy distantes las unas de las otras, los longevos que las habitan tienen en común ciertas prácticas, ciertas maneras de concebir el mundo que coinciden; es algo que va más allá de la cultura, de la geografía y la economía. Buettner y un equipo conformado por médicos, antropólogos, demógrafos y epidemiólogos identificaron 9 prácticas que son comunes entre los longevos. Se llaman Power 9 y son las que siguen:

1) Moverse naturalmente: La gente de las Zonas Azules no conciben el ejercicio como nosotros lo hacemos. No van al gimnasio hasta agotarse, ni practican alguna rutina de ejercicios en determinado momento del día, más bien toda su vida transcurre en base al movimiento, es decir, las tareas en el campo y las del hogar, todo implica moverse de manera natural: cortar leña, pastar a sus animales, trabajar en el huerto e ir de un lugar a otro en bicicleta o caminando.

Pastor de Cerdeña elaborando queso pecorino de sus cabras
Foto: Blue Zones 
2) Reducir la prisa: Las  personas en estas áreas tienen un momento del día para relajarse, hacer un alto. Desconectarse un rato de nuestras preocupaciones nos libera; bajar las revoluciones nos ayuda a tomar el impulso nuevamente para seguir con nuestras tareas.

3) Un propósito de vida: En Okinawa las personas tienen una palabra para esto: Ikigai, que se traduce como "La razón por la que te despiertas cada mañana". Hace tiempo leímos un estudio sobre las características de la gente feliz y una de ellas era justamente tener un propósito de vida claro. Es curioso que en Okinawa no exista una palabra para lo que nosotros conocemos como jubilación, la vida de los okinawenses transcurre sin cortes, sin tiempos que cumplir, siguen trabajando hasta que ellos decidan cuándo es el momento de parar. Cada mañana al despertar pregúntense cuál es su Ikigai.

4) Hara hachi bu: Es una expresión que se le atribuye a Confucio y que utilizan en Okinawa para recordar que hay que comer hasta estar satisfecho, no repleto. Para los okinawenses se trata de comer hasta un 70 u 80%. Así que cada vez que vayamos a ingerir una comida, recordemos a los longevos japoneses y nos animemos a seguir su valioso ejemplo. Hace tiempo, nosotras comíamos hasta estar full, cosa que automáticamente nos daba sueño y nos quitaba energía en vez de dárnosla. En el proceso de digestión hay un gasto de energía, así que no crean que comer mucho, por más sano que sea, es saludable. Qué tal si tratan de comer poco en la noche por ejemplo, luego nos cuentan cómo se sintieron.

5) Dieta en base a verduras y frutas: Casi todos los productos son locales, frescos, llenos de vida y de color. La mayoría de los habitantes de estas zonas no son vegetarianos, la carne la comen unas pocas veces al año, cinco veces al mes aproximadamente. La excepción es Loma Linda en California. Loma Linda es una comunidad de Adventistas que sigue una dieta totalmente vegetariana. Si vamos a comer carne, lo ideal es que sea carne de pastura, de reses o de animales que se hayan alimentado con productos que vayan de acuerdo a su biología, no que provengan de una industria torturadora, llena de sufrimiento y de químicos. En Okinawa el cerdo es el preferido, pero sólo es reservado para ocasiones especiales.

New York Times Foto (Eat like an Ikarian)
6) Un poco de vino: Con moderación, claro. Una copita de vino a la semana nos viene muy bien, gracias a que está llena de antioxidantes y además nos relaja y anima.

7) Fe: Los más longevos del mundo forman parte de alguna comunidad religiosa o espiritual. La pertenencia a un grupo religioso y espiritual está siendo cada vez más estudiada por la ciencia, la cual está probando que la fe sí tiene un efecto positivo en las personas y promueve la longevidad.

8) Familia: La mayoría de los centenarios de estas zonas viven con sus familias, participando dentro del hogar.

9) La tribu adecuada: Dan Buettner nos dice al respecto que es importante saber elegir a los amigos. Nos dice que si tus amigos tienen hábitos malsanos, esto repercutirá en tu vida a largo plazo. Nos sugiere rodearnos de personas con hábitos saludables en todo sentido, psicológicos y físicos. Se sabe que el optimismo se contagia, lo mismo con el pesimismo y lo mismo para ciertas conductas. Así que si no quieres perder a tu amigo o amiga, cuéntale del estilo de vida de las Zonas Azules y hagan un plan para cambiar los hábitos que les pesan, ya es hora de sacárselos de encima.

Si quieren más información, entren a la página de Blue Zones, en donde podrán encontrar más sobre la investigación que hicieron en cada una de las 5 Zonas Azules: http://www.bluezones.com/

Los dejamos con un documental que la BBC sobre la longevidad, se llama How to live 101. Está doblado al español.












jueves, 26 de septiembre de 2013

La integralidad de la antigua alimentación mexicana

Gabriela


Gabriela Martínez Flores

Queremos compartir con ustedes un artículo que nuestra amiga Gabriela ha escrito exclusivamente para el blog. Gabriela es mexicana y actualmente se encuetra investigando para obtener el grado de licenciada en Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su tesis: Patrones alimenticios y procesos socio-ecosistémicos en una comunidad campesina de la Montaña de Guerrero.

En este breve artículo me gustaría hablar sobre algo muy importante que se está perdiendo poco a poco dentro de las zonas rurales de mi país, que es México. Ese algo, debería de ser a mi parecer, uno de los ejes más importantes a tratar a nivel nacional; de lo que estoy hablando es de la integralidad de la alimentación mexicana.

Nuestros antepasados nos heredaron una gran sabiduría y riqueza alimenticia, al  domesticar muchas especies comestibles, que actualmente son de gran importancia mundial, como es el maíz, el aguacate, el cacao y otras de gran valor nutricional y cultural como los frijoles y las calabazas.  Nos heredaron una triada perfecta llamada milpa.

La milpa en náhuatl (milli cultivo y pan, locativo) es el lugar del cultivo, es un policultivo conformado principalmente por variedades de maíces, frijoles y calabazas, pero claro que no solo se enriquece esas plantas, también se siembran chiles, verduras, algunas frutas rastreras y hierbas comestibles como los quelites o condimentos como el epazote. Dentro de la milpa también se pueden recolectar insectos para comer y cazar algunos animales que atraídos por su abundancia caen en las manos de los dueños. 


Chiles joyeños de Guerrero. Foto: Saraí Salazar

Algunos investigadores han documentado hasta 70 tipos de usos dentro de una milpa, entre el uso alimenticio, el medicinal, forrajero, artesanal y de ornato entre otros más.

Otra gran característica de este policultivo es la complementariedad de sus elementos,  el frijol que genera el nitrógeno a través de su raíz, el cual es tomado por el maíz para crecer, mientras que el maíz sirve de soporte para la guía del frijol, mientras que las  enormes hojas de las calabazas impiden el paso del sol en la parte más baja, para que no crezcan malas hierbas; algunas milpas son sembradas con cempasúchil que ayuda al control de plagas, cabe resaltar que esta flor es muy importante para muchas ceremonias en México.

Al mismo tiempo de ser una proveedora de alimentos, estas plantas se comen de distintas formas, tanto tiernas como maduras, así  como sus inflorescencias; como es el caso de las calabazas, las cuales las comemos tiernas, hervidas comemos sus guías y también sus flores masculinas, ya maduras las hacemos en dulce para ofrendar a nuestros muertos o saborearlas con un vaso de leche, por último sus semillas son utilizadas para hacer algunos moles, atoles o simplemente tostadas con limón y sal.

Nutricionalmente, citando al maestro Bartra:

“El frijol sabe rico, pero además aporta una excelente proteína, que a diferencia de la de la carne no tiene colesterol; es abundante en fibra, útil contra el estreñimiento; y retrasa la absorción de los carbohidratos, lo que hace bien, por aquello de la glucosa. Por si fuera poco, tiene ácido fólico, tiamina y minerales de a montón: zinc, fósforo, magnesio, hierro, potasio…”

Y al maíz desde tiempos de la conquista se le reconoció su valor nutricional, como escribió Francisco Hernández sobre esta maravillosa planta, en la Historia Natural de la Nueva España:

“Pero además de esto, no hay entre los mexicanos alimento más usual ni más conveniente en las enfermedades graves… Dicen que se digiere rápidamente, que nutre bastante el cuerpo, que no produce ninguna sensación pesadez, que suaviza el vientre y el pecho, que mitiga el calor de la fiebre…”

Este espacio proveedor de recursos altamente nutritivos, es también un espacio de convivencia,  la milpa se siembra en colectivo,  se cultiva en familia, el padre,  la madre, los hijos, los tíos, los abuelos, quien pueda ayudar va a hacer el deshierbe, el arado, la siembra, la abonada, el cultivo y el agradecimiento.

La milpa como parte de la familia campesina

Recordemos que dentro del largo proceso de domesticación genética de los recursos alimenticios, hay características que son imprescindibles para  el maíz, la calabaza, el frijol u otro alimento, esas características son el cuidado, la protección y el aprecio. Al sembrar estos alimentos, una gran variedad de factores se involucran, el sabor, la estética, la historia, la tierra, el campesino, es decir, la cosmovisión.
 
Sin bien la milpa es un policultivo, no puede haber milpa sin maíz, este, es el recurso alimenticio más importante en nuestra gastronomía mexicana, a partir del cual se han realizado y se siguen realizando gran cantidad de fiestas y ceremonias, para así agradecerle a esta generosísima planta que nos siga dando de comer.

En algunas comunidades nahuas se le ofrenda comida a la semilla de maíz antes de ser sembrada,  ya en milpa se le bendice y se le adorna con flores de papel, y ya cosechado se le agradece y se le alimenta con sangre de gallina.

Desde tiempos remotos, estamos hechos de maíz, citando aquí un fragmento del Popol Vuh, un antiquísimo libro maya:

“De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne, de masa  de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres fueron creados.” 


Agradeciendo al maíz. Foto: Saraí Salazar

Y así pues,  como dijera Armando Bartra: “Más que de maíz, los mesoamericanos somos gente de milpa”.

Los dejo así con estas reflexiones, invitándolos a la re-valorización de estos espacios y formas de cultivo, que cada vez se ven más amenazados, ante las nuevas formas de hacer agricultura y de consumir alimentos, ante esta globalización que busca hacernos consumidores de pensamiento de monocultivo, es decir queriendo consumir un solo tipo de alimentos, un solo tipo de maíz, de aguacate, de frijol, de manzanas, de estilo de vida, no olvidemos que la biodiversidad es la clave para que la vida siga evolucionando y para que nuestras culturas se sigan reproduciendo.


Bibliografía

  • Armando Bartra. 20 octubre de 2012 • Número 61 • Año VI. EL COMAL LE DIJO A LA OLLA. La jornada del campo. México, DF.
  • Ciencias.  92-93. Octubre 2008- Marzo 2009. Facultad de Ciencias. UNAM. México, DF. 
  • Hernández, F. (2007). La alimentación de los antiguos mexicanos: en la historia natural de Nueva España de Francisco Hernández. Universidad Nacional Autónoma de México.
  • Popol Vuh. 1947. Las antiguas historias del Quiché. FCE. México.


lunes, 16 de septiembre de 2013

Del por qué no se consume leche de llama.

Una fácil pregunta pero con una difícil respuesta. Muchos investigadores han tratado de dar una explicación. La ganadería de camélidos sudamericanos (llama y alpaca) fue extensiva y exitosa en el territorio peruano cientos de años atrás. Aun así, la población no aprovechó esa favorable situación ganadera para abastecerse con la leche de estos animales. El mundo andino, antes y después de la llegada de los españoles, mantuvo un consumo mínimo de este producto, por no decir nulo.

Rebaño de llamas.

La llama se encuentra clasificada dentro de la familia Camelidae. A ella pertenecen también los camellos de una sola joroba o arábigo (dromedario) y el de dos jorobas o asiático (bactriano). Las poblaciones humanas que crían estas especies de camello se alimentan con su leche desde miles de años, siendo por ejemplo, los nómades tuareg uno de los pueblos que más la consume. Podría pensarse también, que ya que las llamas corresponden a la misma familia de los camellos y sabiendo que el consumo de esta leche es apta para el ser humano, los pobladores peruanos pudieron y pueden servirse de ella de la misma manera que esas otras poblaciones lo hacen, sin embargo, tal práctica no es llevada a cabo, ¿por qué?, ¿cuáles son los factores que influyen en el no consumo de la leche de llama? Al parecer no bastaría el análisis biológico y nutricional de esta leche, un estudio multidisciplinario que tome en cuenta los factores ecológicos y culturales se hace indispensable. 

Familia Camelidae

Ya los antiguos cronistas del Perú dieron cuenta de este hecho. Garcilaso de la Vega en los Comentarios Reales de los Incas lo menciona claramente, "De la leche de un ganado ni del otro se aprovechan los indios, ni para hacer queso, ni para comerla fresca, verdad es que la leche que tienen es poca más de la que han menester para criar a sus hijos". Esto concuerda con la observación que hace Carl Troll (1958): "La leche no es utilizada y no desarrollaron este uso porque afirman que debe ser destinada a las crías y los pezones no son tan grandes para poder ordeñar".

Investigadores contemporáneos como el arqueólogo Duccio Bonavia nos dice en su libro Los Camélidos Sudamericanos, que la leche de éstos ni ha sido ni es consumida. De la misma manera, Santiago Antúnez de Mayolo niega su consumo, pero atribuyéndolo a la composición nutricional, argumentando que esta leche tiene una alta concentración de grasas, entre 2% y 7%, con un promedio de 4%, siendo muy alto para su ingestión. Sin embargo, otros investigadores señalan que este alto contenido de grasa no es correcto, ya que incluso la leche de vaca puede alcanzar mayor porcentaje. Antúnez de Mayolo menciona algo muy interesante que debemos tener en cuenta, y es la idiosincracia de la antigua mujer andina criadora de camélidos: "Es también una fuerte razón para presumir el no consumo de la leche de llama, basándose en que ella consideraba un deshonor y mutilación de sus capacidades como madre lactante, al permitir que su progenie se alimentase de la leche de otro ser que no fuese ella". El investigador François Greslou, estudioso de las poblaciones de ganaderos andinos, sostiene que la leche de camélido nunca fue utilizada para consumo humano, por el contrario, la lana, la carne y el estiércol tomaron mucha importancia. El antropólogo norteamericano Marvin Harris hace mención de este hecho: "Los pueblos amerindios sin excepción, desconocían por completo esta practica antes de la llegada de los europeos con sus animales domésticos".

Mujer andina criadora de camélidos. Imagen referencial.

A menudo vemos potencialidades alimenticias que se descuidan para satisfacer otras exigencias. En el caso andino esto fue así, los rebaños de llamas estaban destinados a procurar también otro tipo de necesidades, entre ellas, las mágico- rituales y simbólicas. La llama representó desde tiempos prehispánicos un animal sagrado con el cual se ofrecían sacrificios. Julio C. Tello (1942), refiere por ejemplo, que los montones de huesos de llamas encontrados en la Huaca de la Luna, son restos de animales sacrificados. De acuerdo a Maccagno (1952) eran sacrificados en el Cusco en las fiestas mensuales, cada vez por lo menos cien llamas y en las grandes festividades mil o más. A parte de las ofrendas a las huacas, Guaman Poma nos cuenta cómo extraía el sacrificador con sus propias manos el corazón palpitante de este animal, el cual servía para hacer augurios.

Otro aspecto además del religioso fue el económico- social. La llama fue un animal de intercambio. Se utilizaba su carne seca conocida como charqui en quechua, la cual representó una forma de trueque. Como nos cuenta el padre Cobo, en su Historia del Nuevo Mundo, durante los días de fiesta las mujeres salen a las plazas trayendo cada una una mercadería. Carne seca, maíz, tubérculos eran intercambiados. En estos mercados festivos el trueque evidenciaba el establecimiento de una dinámica en la que se reforzaban las relaciones sociales y culturales. La variedad de alimentos en esos mercados garantizaba que la población pudiera tener acceso a productos de un preciado valor nutricional y simbólico provenientes de lugares más lejanos.


Mercado andino.

La llama también fue el principal medio de transporte. Debido a las condiciones geográficas de los andes, este animal pudo desplazarse con relativa facilidad llevando cargamento y conectando unos pueblos con otros.


Llamas como transporte.

Por su parte, Maria Rostworowski menciona que con su fibra se confeccionaba ropa y de los pescuezos de estos camélidos hicieron calzado andino, el resto era usado en cuerdas y ataduras de diversa índole. El excremento seco servía como combustible especialmente en las tierras altas donde escaseaban los árboles y la leña.

La intolerancia a la lactosa es otro factor muy importante. Fisiológicamente  la mayoría de la población andina no produce bien la enzima lactasa, sin ésta la asimilación de la leche se hace muy difícil. Esto es consecuencia de un proceso evolutivo de adaptación ecológica y cultural. La mayoría de los pueblos ganaderos del mundo como los del norte de Europa y algunos pueblos africanos presentan una alta tolerancia; sin embargo en los pueblos ganaderos del Asia Central dicha intolerancia todavía es frecuente, contradiciendo de cierta manera la hipótesis que señala que los cambios culturales (la aparición de la ganadería en este caso) propician a su vez los cambios genéticos. Si es verdad que entre los pueblos asiáticos y los nativos de América hay un vínculo genético, entonces esto explicaría por qué ambas poblaciones presentan tal intolerancia ya que compartirían el mismo gen "defectuoso".

Nómades de Mongolia en el Asia Central recolectando leche de camella.

Muchos de los pueblos ganaderos del mundo se han establecido en los desiertos, ecológicamente estos lugares no proveen gran variedad alimentos, por lo que la leche de sus ganados se hizo indispensable; por el contrario, el territorio andino posee una enorme diversidad alimentaria de la cual la población andina pudo servirse. El consumo de leche de llama no se hizo urgente y más bien dicha población ocupó su tiempo en sembrar y mejorar las semillas.

Hemos querido proponer que el casi inexistente consumo de leche de llama estuvo supeditado a otras necesidades que los andinos tuvieron que resolver, que en resumen son: necesidades sociales, ecológicas, culturales, alimenticias y religiosas. Por el momento consideramos que se debe hacer más trabajo de campo entorno a las actuales poblaciones de ganaderos andinos, viendo si su perspectiva de un posible consumo de llama ha variado con el tiempo.

miércoles, 21 de agosto de 2013

¿Por qué en la India no comen vacas?


                                                            "La vaca es nuestra madre. Nos da leche y mantequilla. Su ternero labra los campos y nos da comida"
(Oración hindú)

Es ampliamente conocido que en la India no comen la carne del ganado vacuno, este es uno de los tabúes con más fama a nivel mundial y muchos se preguntan el por qué de esta prohibición. La respuesta que da la mayoría de gente es que se debe a las creencias religiosas del país. La India tiene al hinduismo como religión principal, pero también hay musulmanes, cristianos y budistas. 

El antropólogo Marvin Harris, el más famoso investigador de la antropología cultural estadounidense, nos dice que la religión hindú no es la respuesta al por qué del tabú, es más bien la pregunta. ¿Por qué el hinduismo protege tanto a la vaca? "La mayor parte de las religiones consideran que el ganado vacuno es bueno para comer. ¿Por qué el hinduismo es diferente? ¿Por qué prohibir a la vaca y no al cerdo, al caballo o el camello?

Marvin Harris nos dice que la protección de la vaca no ha sido siempre el hecho central de la religión hindú. Retrocedamos hasta el tiempo de los pueblos que dieron origen al hinduismo : Los Vedas. Los Vedas fueron un pueblo ganadero y agrícola que habitó en el norte de la India entre el 1800 y el 800 a.C. Lo que sabemos es que dejaron 4 grandes libros con el mismo nombre: Los Vedas (Rig Veda, Yahur-Veda, Sama-Veda y Atharva-Veda). Varias partes de estos libros están dedicadas al sacrificio. Sí, sacrificio de ganado vacuno como rito religioso por parte de los brahmanes (sacerdotes). En estos sacrificios a los dioses les tocaba la parte espiritual del animal, mientras que los fieles comían el cuerpo de los animales sacrificados en banquetes ceremoniales.

¿En qué momento se dio el fin del sacrificio y el consumo de carne y se pasó a su protección? La población de la India inició su crecimiento demográfico, los bosques disminuyeron y las tierras de pastoreo se labraron. "Con poblaciones humanas más densas, el ganado empezó a competir con el hombre por recursos alimentarios y su carne se hizo en seguida más costosa para distribuirla con la tradicional generosidad de los caciques védicos en sacrificios públicos acompañados de banquetes de carne".

Pero, ¿por qué no se eliminó del todo al ganado y más bien se le cuidó y protegió? Porque se necesita para desarrollar la agricultura. En el norte de la India (lugar que habitaron Los Vedas) predominan suelos duros para los cuales es necesario bueyes que tiren de los arados. Con la siembra de cereales, legumbres y hortalizas se puede sustentar a más gente que con el consumo de carne. Las proteínas animales las obtienen del ordeño, del cual consiguen leche y mantequilla. No podía matarse a la vaca, pero sí ingerir su fluido y los derivados de este. En la religión hindú las deidades son bañadas en leche, se emplea el estiércol seco para purificar los suelos y los médicos hindúes elaboran remedios con leche y grasa.

La religión sirvió para reforzar la prohibición de matar al ganado; sin una sanción fuerte (como la que da la religión hindú) las personas seguirían utilizando un recurso escaso que podría haber llevado al colapso de la sociedad. Los antiguos señores vedas tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones ecológicas, económicas y demográficas. Surgieron nuevos líderes religiosos dando paso a una nueva forma religiosa: el hinduismo, el cual venera entre otros animales, a toros y vacas. Krishna, un dios importante de la religión hindú es un pastor de vacas, protector de estas que constituyen su riqueza. El hinduismo representa a todas las criaturas como almas y se necesitan 86 reencarnaciones para pasar de demonio a vaca y una más para que el alma adquiera forma humana. 

Krishna

Krishna lactando de la ubre de una vaca

Marvin Harris nos cuenta cómo nació el budismo en medio de estos cambios sociales y ecológicos, nos dice cómo es que al final el hinduismo se impone sobre el budismo, saliendo este de su país de origen, la India, para migrar a otros lugares del continente asiático. Como este blog se trata de alimentación y cultura, no creímos necesario explayarnos en cuanto a la religión, los que deseen indagar sobre el por qué el budismo no prosperó en la India, les recomendamos leer el capítulo: El enigma de la vaca sagrada.

El tabú de no comer carne de vaca tiene pleno sentido para Harris, ya que "mejora la eficacia a largo plazo del sistema agrícola y reduce las desigualdades en cuanto al consumo de nutrientes que origina el sistema de castas", las cuales provienen desde los cacicazgos védicos. A diferencia de otros animales, la vaca era la que mejor se adaptaba a los condiciones ecológicas de la zona. Si bien en muchas partes utilizan camellos para arar, no es el animal que reúna los requisitos necesarios como sí lo hace la vaca. El camello frente a los monzones es débil en los campos, los búfalos necesitan constante agua y los caballos más hierba y paja que las vacas.

La razón del más célebre tabú alimenticio se debe entonces a un conjunto de condicionamientos prácticos (materiales: ecología, población, clima, etc.) más que a una decisión arbitraria. En este caso, la falta de viabilidad ecológica primó y originó un tabú que fue reforzado por la religión y a la vez la moldeó. No se trata entonces de un tabú irracional, sino que cobra pleno sentido.

Algunas fechas clave para entender este proceso:

  • Período Védico: (1800a.C - 800a.C).
  • Entre los años 800a.C -200a.C ocurren cambios fundamentales en la religión del país, es en este tiempo donde se da forma al Hinduismo como actualmente lo conocemos a la vez que aparecen religiones como el Budismo y el Jainismo.
  • Tiempo de Buda: (563a.C - 483a.C).

Indagando sobre los textos sagrados de la India, encontramos que en los Upanishads (siglos 700 y 500 a.C) los temas sobre sacrificios y rituales que encontramos en Los Vedas, son reemplazados por una búsqueda espiritual interior, se reconoce la existencia de un alma individual conocida como Atman, que es de la misma naturaleza que el alma universal Brahman. Quisieramos saber si en Los Vedas se reconoce este principio también, es una curiosidad que tenemos, seguiremos buscando.

Para terminar, nos preguntamos por qué también se hizo extensiva esta prohibición a otros animales menos sagrados como el pollo, el pato o el cerdo. Quizás la respuesta a eso ya no se encuentre en las condiciones materiales que propone el autor, sino en la misma lógica de la religión hindú.

Fuentes:
  • ¿Bueno para pensar o bueno para comer? y El enigma de la vaca sagrada. En: Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura. Marvin Harris, 1989.
  • El origen de las grandes religiones. Editorial SALVAT, 2005.
  • Antropología Cultural. Marvin Harris, 1990.
  • Ecologías: antropología, cultura y entorno. Kay Milton, 1997.

viernes, 9 de agosto de 2013

Dioses y Alimentos en el antiguo Perú



Para las antiguas poblaciones del Perú los alimentos tuvieron un origen celeste y a partir de ello se construyeron los mitos alimentarios. El antropólogo peruano Román Robles nos dice: “ El mito viene a ser una literatura de las sociedades y culturas ágrafas (sin escritura), un arte de narrar acontecimientos preconcebidos, con el propósito de que toda la comunidad internalice y haga suyo el relato como una verdad heredada de los antepasados, que contribuye a dar coherencia a la forma de vida que practican”. [1]

Debemos comprender que las diversas culturas del antiguo Perú tenían entre sí diferentes modos de vida. Si bien había contacto entre ellas, cada una constituyó un universo diferente, tenían por ejemplo, distintos modos de producción, en la costa se había creado un sistema alimentario distinto del andino y no solo eso, incluso entre las mismas poblaciones costeras habían muchas diferencias. Todo aquello llevó a los actores sociales a construir roles diferentes, pero también creencias diferentes, y es por ello que observamos diversas versiones de mitos. Los mitos serranos difieren muchas veces de los costeños y éstos de los amazónicos. Pero hay algo en común entre todos y es, como mencionamos más arriba, el origen celeste de sus alimentos. Posteriormente, se han ido añadiendo elementos nuevos a la estructura de los mitos andinos, ya no solo los alimentos nativos eran los protagonistas, en la época colonial y republicana los alimentos provenientes de Europa como las habas y el trigo ocupaban también una plaza especial[2].

Es a través de los cronistas que más o menos podemos llegar a conocer la mentalidad indígena y la relación que guardaban con la alimentación. Fue el padre catequizador Teruel quien recoge el mito de Vichama, éste es reproducido en la crónica del padre Antonio de la Calancha. Muy similar a los mitos griegos, los mitos andinos hablan de disputas, celos, engaños, pero también de alegrías y dichas entre los dioses y los seres humanos. Siendo el mito de Vichama uno de los más importantes en el ámbito andino, ya que refiere al origen de la agricultura en la costa, creemos que vale la pena contarlo brevemente y es más o menos como sigue: 

Pachacamac decidió un día crear a un hombre y a una mujer, una vez concluida  su obra, no se ocupó más. Aquellos pasaron hambre, el hombre murió, y la mujer sobrevivía con lo que podía. Desfalleciendo ésta y alimentándose con las pocas raíces que encontraba, reclama al Sol su hambruna y desventura. Apiadándose el dios y consolándola con palabras amorosas, le dijo que no se preocupara y que continuase sacando raíces. Ocupada la mujer en su quehacer, le infundió sus rayos el Sol y concibió un hijo, que al cuarto día parió con gozo y vio segura su ventura y amontonadas sus comidas. Pero el dios Pachacamac enfurecido y celoso, viendo la adoración al Sol, cogió al recién nacido semidiós Vichama y lo mató despedazando en menudas partes a su hermano[3]. Pachacamac, para que nadie nunca más se quejase de que no había alimentos y se volviese pedir ayuda al Sol, sembró los dientes del difunto de los cuales nació el maíz, sus granos son similares a dientes. De las costillas y lo huesos nacieron las yucas, raíz que por su largo y color asemejan huesos, y de éstos nacieron también las demás raíces. De su carne procedieron los pepinos y pacaes. Desde entonces no se conoció hambre ni lloraron necesidad, debiendo al Dios Pachacamac el sustento y la abundancia.  


Vichama.

El mito continúa ya con una serie de venganzas entre estos dioses, pero hemos querido enfatizar  la parte del origen alimenticio. Para leer el mito completo puedes hacer clic aquí:

http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Mitos_de_Pachac%C3%A1mac

En los andes, los mitos alimentarios hacen casi siempre una vinculación con el cuerpo humano, "...de los ojos, las papas y ollucos; de los dedos, las ocas y mashuas.”[4]. Para los pueblos andinos, el entorno y el ser humano no estaban separados. La  naturaleza les hablaba a través de formas y colores, ella dejaba trazas y signos para guiar los actos de los hombres. Esto se conoce como la Teoría de la Signaturas o llamada también la Teoría de las Señales y no es propia del ámbito andino, es más bien algo que se da manera mundial constituyendo parte de la antigua medicina e incluso de la actual medicina popular de muchos países. Esta teoría sostiene que las plantas, animales y minerales llevan sobre sí los signos que permiten conocer sus virtudes terapéuticas o propiedades mágicas. Tales cualidades estarían inscritas en el propio aspecto y del cual se inspirarían los hombres para organizar no sólo los conocimientos médicos o alimentarios, sino muchas veces a la sociedad en conjunto.

Como vimos entonces en el mito de Vichama, se apoyaron en las similitudes que encontraron entre naturaleza y la fisonomía humana para construir un rico sistema simbólico, con el cual se mantuvieron y se mantienen fuertes expresiones culturales de raigambre ancestral. Con el tiempo estas expresiones se tornaron más complejas. De esta manera, se observan en los antiguos huacos peruanos manifestaciones que ya son propias de cada cultura, por ejemplo, en la cultura Moche los alimentos se ven vivos, caminan, danzan, batallan. El maní toca la flauta y los pallares son guerreros.

Pallar guerrero. Cultura Moche.
Pallares guerreros. Cultura Moche.

Como dijimos, las manifestaciones simbólico- culturales de los alimentos fueron cambiando a través del tiempo. Hans Horkheimer[5] nos dice que en la época formativa de la agricultura, en la cual las actividades de caza, pesca y recolección tenían todavía un rol importante en la producción de alimentos, las imágenes de culto representaban animales totémicos como halcones, felinos y cóndores, animales que no podían ser considerados como protectores de la agricultura. Por el contrario, cuando el hombre hubo avanzado más en el conocimiento agrario y a solucionar por sus propios méritos el tema de la subsistencia, las imágenes de dioses se tornaron más humanas. En el contexto andino, los dioses ya no eran entonces representaciones aisladas de la flora o la fauna local, sino que adquirieron más universalidad y empezaron a humanizarse. “Ha sido creado según el modelo del hombre orgulloso, que ha aprendido ya a desafiar a los inamistosos elementos animales, meteorológicos y geográficos”.[6]

Según el libro de arqueólogo Elmo León Canales[7], hace más de siete mil años el territorio peruano sufrió un drástico cambio. Las poblaciones acostumbradas a la caza y a la recolección observaron cómo los pastos iban secándose y los animales migrando a otras partes en busca de alimento. El hombre andino se vio impulsado a cambiar su forma de producción dando lugar a los comienzos de una incipiente agricultura que posteriormente llegó a su máximo esplendor con los Incas y a la asombrosa capacidad de manipular y comprender las semillas. Se conoció casi a la perfección el funcionamiento de la tierra agrícola y también el de las técnicas de preservación de alimentos como el secado, fermentado, etc. Aun así, con todo este conocimiento técnico y, hasta podríamos decir "científico" de la agricultura y del medio ambiente, la mentalidad y el sentimiento mágico-religioso persistió. Esta religiosidad, considerada por Federico Kauffmann y Rafael Karsten, como una de las más fervorosas del mundo, podría deberse, según estos autores, a los constantes esfuerzos que tuvo que hacer el hombre peruano para procurarse el alimento y adaptarse a su medio. Las lluvias se retrasaban, friajes y granizadas malograban los cultivos, otras veces la tierra daba magníficos frutos. Quien sea quien provocaba estas variantes condiciones ecológicas merecía por parte de los andinos un profundo respeto. Pues muchas veces no bastaba el gran trabajo físico llevado a cabo, había algo más detrás de todas esas imponentes fuerzas meteorológicas, “…un ente superior, un ser divino que debía ser honrado y al que había que tributar rituales y ofrendas”.[8] 

Antiguo poblador de la costa.
Hombres cultivando.

Parece justo pensar que cuando el hombre mantiene una relación con un medio geográfico duro, complicado, trabajoso, a cada manifestación ambiental se le otorgue un poder, una personalidad. Eso le pasó a nuestras antiguas culturas peruanas. Agricultura, mitos, biodiversidad, tecnología, arte, nacieron en gran parte de la necesidad de los alimentos y de los dioses que los proveían.




[1] Román Robles Mendoza. El mensaje de los mitos: Héroes fundadores y origen de los alimentos en la memoria de los pueblos andinos. Revista de Antropología. Pág. 92.
[2] Ibíd. Pág. 115.
[3] Pachacamac es hijo primogénito del Sol y hermano de Vichama.
[4] Toribio Mejía Xesspe (1952).
[5] Alimentación y obtención de alimentos en el Perú prehispánico. Instituto Nacional de Cultura del Perú. 2004.
[6] Ibíd. Pág. 61.
[7] Orígenes humanos en los Andes del Perú (Lima 2007).
[8] Federico Kauffmann. Apu y Pachamama, supremos dioses del antiguo Perú.

jueves, 1 de agosto de 2013

Los monjes taoístas que no comen cereales.

Gimnasia Daoyin

Este post está inspirado en el artículo de Jean Levi, sinólogo e investigador del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) sobre  la abstinencia de los cereales en los taoístas.

El tabú alimentario es un tema apasionante, cada sociedad y cultura llevan a cabo prácticas en las que prohíben ciertos alimentos. Las causas de estas prohibiciones pueden ser varias. Entre ellas:  

Causas de determinadas condiciones ecológicas y económicas, que tienen que ver con la disponibilidad ecológica del medio geográfico y la producción alimentos.
Causas sociales, relacionadas a la construcción de la identidad de un grupo respecto a otro.
Causas simbólicas, que darían significado al entorno donde se vive.
Causas psicológicas y emocionales, propias de cada individuo.
Causas fisiológicas, observadas de la relación alimento- enfermedad o muerte, esto es, alimentos venenosos o no digeribles o asimilables en el organismo.
Causas mágico- religiosas, que legitimarían todas las anteriores y que provendrían de una revelación de los espíritus de la naturaleza, de un dios o de actos propiciatorios para recibir favores.


Generalmente, cuando se habla de alguna prohibición alimentaria, ésta tiene como protagonista a uno o varios animales. Pero es interesante ver que la prohibición en los antiguos monjes taoístas no eran los animales, sino los cereales como el trigo, el centeno, el arroz y la cebada, alimentos que a primera vista no tendría sentido de prohibirse en una sociedad que es meramente agrícola. Esto los hace muy diferentes de los  adeptos del cristianismo, judaísmo, islamismo, hinduismo y budismo que sí incorporan cereales casi diariamente a sus dietas.

Observemos brevemente lo que los antiguos autores taoístas afirmaban en relación al abandono de los cereales. Estos libros datan desde los 300 años a. de J.C. aproximadamente, y algunos también después de Nuestra Era.

Tenemos por ejemplo el Lùshi Chunqiu de Lu Buwei, un tipo de enciclopedia de la antigua China, en donde se hace alusión a un sabio que “practicaba el arte de no comer cereales”.  También, en el Shi ji de Sima Qian, un libro de memorias históricas, un personaje llamado Zhang Liang, que después de haber contribuido a instalar a los Han en el trono, habría abandonado el comercio de los hombres para iniciarse en el arte de interrumpir los cereales y practicar la gimnasia Daoyin. Otro autor llamado Zhuang zi, célebre filósofo chino, menciona que en una isla paradisíaca los habitantes no ingerían los cinco cereales y se dedicaban a aspirar el viento y el rocío. 

Zhuang zi, filósofo chino.


Según los cuentos y biografías taoístas, esta práctica era el medio para escapar del envejecimiento. Como se observa en un relato del libro El Baopuzi: Una concubina se vio obligada a refugiarse en las montañas para huir de los problemas que sobrevinieron bajo el reinado del príncipe Qin, fue así que ésta se inició en la dietética taoísta por un inmortal. Doscientos años más tarde ella es capturada por unos cazadores y regresa al consumo de los cereales, muy rápidamente deviene en una pequeña vieja decrépita y muere. En el Shenxian zhuan, libro de biografías de santos inmortales, un hombre, Chen Jian interrumpe los cereales y se hace tan ligero que  camina a unos centímetros elevado del suelo. Otro hombre llamado Whan Zhen, suprime los cereales durante 30 años, obtiene el rostro de un niño y después se hace inmortal. Este último libro sobre todo, contiene numerosos relatos fantásticos y referencias de taoístas, los cuales al suprimir los cereales alcanzan una longevidad excepcional y otros obtienen la vida eterna. En el Huainanzi, texto clásico de filosofia china, hay un refrán que dice "aquellos que comen cereales son inteligentes pero mueren pronto; aquellos que no comen nada son inmortales". 

Remontándose a las fuentes mismas del taoísmo, esta abstinencia ha persistido a todo lo largo de su historia. Incluso se mantuvo muy fuerte en aquellas corrientes taoístas más influenciadas por el budismo. Cualquiera sea la escuela taoísta a la que se pertenece, la abstinencia de los cereales está referida siempre. Esta prohibición muchas veces se menciona como absoluta, ellos no sólo cortan la vida, también pudren las cinco vísceras, (en medicina china las cinco vísceras refieren a los cinco órganos principales: pulmones, riñones, hígado, corazón, bazo/páncreas). Si un grano entra en tu boca no esperes la vida eterna.

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Sin embargo, falta agregar que en algunos textos, dicha interrupción no es una condición para convertirse en inmortal. Algunos autores incluso afirman que la prohibición de cereales no hace nada en contra del envejecimiento, menos aún, que tal abstinencia entre las reglas de higiene y dietética taoísta permita la inmortalidad o al menos prolongar la vida. 

La dietética taoísta consiste más bien en ajustar los deseos, no tener una alimentación demasiado abundante y comer de acuerdo a las estaciones. Esta abstinencia sería practicada entonces por ciertos grupos, más no formaría parte de las características constitutivas del taoísmo.  Cuestionada por algunos, este hecho de la práctica sí fue uno de los principios generales de los ascetas taoístas.

Parece que la abstinencia de los granos fue una práctica muy muy antigua, pero también había sido poco a poco totalmente abandonada, o al menos relegada a un segundo plano en favor de las prácticas alquímicas. La difusión del budismo que prohíbe la matanza de los seres vivos y el consumo de carne, de todas maneras tuvo que jugar un papel importante. Hay que tener en cuenta sin embargo, que la negativa de ciertos alimentos en el taoísmo nunca es dictada por razones morales, sino siempre de higiene.

Una de las causas de la prohibición de los cereales estaría relacionada a la observación de lo que causaba en el organismo. Según ciertos monjes, los cereales engordan en el interior del cuerpo a los Tres Gusanos o Tres Cadáveres, principios de la podredumbre, la corrupción y la muerte. En el Lunheng, texto clásico chino que contiene ensayos sobre las ciencias naturales, dice lo siguiente: “Dentro del vientre del hombre hay tres gusanos que carcomen los intestinos”. En El Libro del Patio Amarillo, libro clásico taoísta de los siglos IV-V, “su peste turba los espíritus y la respiración embrionaria cesa”. “Cuando los bárbaros comen arroz ellos se convierten en leprosos, los caballos tienen los pies pesados cuando comen  granos y los gansos silvestres tienen tumores en todo el cuerpo cuando  ingieren este veneno”. 

Resulta interesante que esta observación fisiológica que hacen lo taoístas, pero en su lenguaje antiguo, propio de la época, coincida con las recomendaciones médicas modernas que nos proponen no consumir un exceso de estos alimentos que son ricos en almidón y en azúcar y que provocarían en el cuerpo un aumento de la glucosa en sangre, aumento de la grasa corporal, pesadez, fatiga; una dieta baja en carbohidratos es aconsejada cuando se tienen parásitos en los intestinos.  

En la antigüedad, si bien había relatos fantásticos y poco creíbles sobre ciertos alimentos, muchos de estos pudieron estar basados en una observación real de las consecuencias de su ingesta en el cuerpo; y eso es lo fascinante de mirar el pasado, encontrar que había una antigua ciencia de la nutrición, que las personas también tomaban interés en su salud y su bienestar. En aquellos tiempos, lo mágico e increíble convivía con una compleja ciencia que es la de tratar de comprender qué pasa en nuestro organismo.Como se ha visto, la práctica de tal prohibición es entendida como un arte. La estética inunda siempre la literatura china y lo que se entiende como arte no sólo son las prácticas culturales de contenido estético como la escritura, la pintura y la danza, sino que también se extienden a otras más cotidianas como lo es, por ejemplo, la ceremonia del té, y en este caso, la alimentación sin cereales. Se trata entonces de darle un sentido artístico a todo lo que produce bienestar, armonía y belleza, y entre ellos por qué no, los alimentos.